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Desde agosto del año pasado soy reportera gráfica de sucesos del diario La Verdad. Aunque al principio no me hacía mucho la idea de estar viendo muertos y muertos a diario, aprendí que Sucesos es mucho más que asesinatos y morgues, y que además puedo sacarle provecho a esta experiencia.
Los colegas aún me recuerdan por lo nerviosa que estaba en mi segundo día como reportera, cuando me tocó cubrir el motín en la cárcel nacional de Sabaneta. Aquella noche parecía estar en un campo de guerra: balas iban y venían, explosiones de bombas molotov, gritos desesperados de familiares alrededor de la cárcel, y reos que pedían auxilio desde adentro. Fue terrible esa noche, y yo apenas podía disparar la cámara que aún no conocía (porque no me había acostumbrado a aquel equipo profesional tan diferente a mi camarita HP).
Es cierto. Ver muertos, trabajar sobre la escena del crimen, acercarse a los familiares llorando por la tragedia de sus seres queridos, y además de todo hacer un buen trabajo, no es sencillo. Pero quién dijo que a uno le gusta lo simple. Cada día son experiencias nuevas, anécdotas qué contar.
Aquí algunas de mis fotografías en la fuente de sucesos
Encuentra más fotos como esta en Nuestra Mirada
La semana pasada me regalaron un libro de cuentos de Arturo Pérez-Reverte. El último era La risa de las ratas. Ha sido el comentario más hermoso que he leido sobre una fotografía. Hace casi 10 meses que estoy haciendo fotografía de sucesos. Y realmente, lo que me mueve (a veces), y me motiva (casi siempre) es la caridad: punto principal de este relato. La caridad nos hace humanos, entonces por qué faltarnos.
Así que me gustó el titulo, y quise usarlo para el encabezado de mi nuevo blog.Así... tipo nombre extraño de banda de rock.-----
La risa de las ratas.Arturo P'erez-Reverte La he vuelto a ver por casualidad, buscando otra cosa en un viejo libro sobre
los fotógrafos de Life. Y fíjense. Tengo mi propio álbum de fotos infames: fotos
que a veces hasta son de verdad, que hice yo mismo. Y resulta que una imagen que
conozco desde niño, tomada por otro en una guerra que ni siquiera viví, sigue
impresionándome. A lo mejor es bueno que así sea, y el día en que esa foto deje
de afectarme estaré encallecido más de la cuenta. Yo qué sé. Lo cierto es que
hay imágenes que simbolizan cosas, y ésta retrata uno de los aspectos más viles
de la condición humana. La tomó Robert Capa en Chartres, julio de 1944, cuando
la ciudad fue liberada de los alemanes. En el centro de la imagen camina una
mujer joven con el pelo recién rapado, vestida con una bata y con un niño de
pocas semanas en brazos. Ella es francesa, y el bebé, hijo de un soldado alemán.
La lleva detenida un gendarme. Pero lo peor no es esa escena sino la muchedumbre
que camina alrededor: señoras de aspecto respetable, hombres que podrían
ser considerados caballeros, niños, curiosos que miran o engrosan el
tumulto. Y todos, absolutamente todos, ríen y se burlan de la joven que
aprieta al niño contra su pecho y lo mira muda de vergüenza y de miedo. Debe de
haber un centenar de rostros en la foto, y ninguno muestra compasión, pesar o
disgusto por lo que sucede ante sus ojos. Ni uno.
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