Los colegas aún me recuerdan por lo nerviosa que estaba en mi segundo día como reportera, cuando me tocó cubrir el motín en la cárcel nacional de Sabaneta. Aquella noche parecía estar en un campo de guerra: balas iban y venían, explosiones de bombas molotov, gritos desesperados de familiares alrededor de la cárcel, y reos que pedían auxilio desde adentro. Fue terrible esa noche, y yo apenas podía disparar la cámara que aún no conocía (porque no me había acostumbrado a aquel equipo profesional tan diferente a mi camarita HP).
Es cierto. Ver muertos, trabajar sobre la escena del crimen, acercarse a los familiares llorando por la tragedia de sus seres queridos, y además de todo hacer un buen trabajo, no es sencillo. Pero quién dijo que a uno le gusta lo simple. Cada día son experiencias nuevas, anécdotas qué contar.
Aquí algunas de mis fotografías en la fuente de sucesos
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